miércoles, 30 de enero de 2013

La vestimenta griega

La indumentaria en la Antigua Grecia constaba de dos piezas:
  • La inferior, el quitón, era una túnica, por lo común, sin mangas que llegaba hasta las rodillas y se ceñía a la cintura.
  • La superior, el himatión, consistía en una especie de manto rectangular que se echaba sobre el hombro izquierdo y se recogía por el lado opuesto, dejando ordinariamente libre en sus movimientos el brazo de esta parte; y cuando se iba de viaje o de guerra se cambiaba el himatión por la clámide, capa rectangular en tres de sus lados y algo circular en la parte que rodeaba el cuello, más corta que el manto y abrochada con fíbula sobre el hombro derecho.

La túnica o quitón sufrió muchas variaciones siendo una de ellas el exomis, propio de obreros o esclavos que dejaba al descubierto el hombro derecho con todo el brazo. Asimismo, la túnica larga, propia de nobles, de filósofos y de mujeres y el diploide o doble quitón, formado por una túnica larguísima que se redoblaba hacia la cintura.
Dichas piezas se hacían de lino, de lana o de biso y más delante de seda y se adornaban con franjas a modo de galones y con otros bordados, siempre con sobriedad y buen gusto, dando preferencia a los colores blanco y verde.
Se sabe que los hombres usaban generalmente túnicas de menor largo en comparación al femenino, mientras ellas cubrían todas sus piernas los varones las mantenían descubiertas. Es aquí donde se puede ver una gran influencia de las prendas de vestir del oriente, donde lo primordial eran tan solo esta clase de túnicas además de capas que cubrían todo el cuerpo de pies a cabeza. Es el caso de las capas el que se puede considerar como tanto propio de los hombres y mujeres sin mayor distinción al respecto.
Los pobladores de menores recursos económicos, como por ejemplo campesinos, solían utilizar pieles y lana de animales, las cuales no tenían mayor acabado estético que aproveche el material. Los guerreros parecen ser los únicos que llegaban a utilizar pantalones como una medida extra de protección ante ataques.
Solían ir los griegos con la cabeza descubierta pero cuando era necesario resguardarla de la intemperie, llevaban el píleo, gorro semiovoideo de piel o la mitra a modo de turbante oriental o el pétaso que era un sombrero de fieltro y con alas. Para calzado (que ordinariamente, no se usaba dentro de casa) se servían de la crépida, especie de sandalia o de la carbatina semejante a la abarca de los pueblos montañeses, o bien del coturno, parecido a un borceguí el cual servía especialmente para los actores de la tragedia, dándole entonces gran altura con una suela de madera muy gruesa. Las mujeres griegas usaban larga túnica a veces en forma de diploide y sobre ella, el himatión o peplos; esta última pieza, amplia y de forma rectangular, se llevaba unas veces a modo de túnica ceñida y otras como manto, considerándose siempre como la túnica superior de Minerva. Se cubrían la cabeza con un velo llamado calyptra, cuando no llevaban el manto de modo que bajase desde ella.


Vestimenta masculina

Las prendas esenciales del vestido de los hombres y de las mujeres se designaban con los mismos nombres, chitón o himatión, que se traducen por túnica y capa respectivamente. El chitón y el himatión parece a primera vista que componían todo el traje de los hombres, por lo menos el de calle y de ceremonia; pero los dibujos de los vasos griegos representan guerreros que llevan pantalones unos, y otros jalecos con medias mangas, análogos a las camisetas interiores de hoy y a los jubones; hay una estatuita de Hermes que lo representa con una a manera de enagua plegada semejante al faldellin que gasta el griego de hoy. El traje civil parece que se simplificó en tiempo de las guerras médicas. El chitón era una especie de blusa larga, sin mangas, recogida en la cintura por medio de un cinturón, que llegaba sin embargo a la rodilla y muy a menudo a los pies. El himatión era una larga capa formada de una sola pieza de tela que se envolvía al cuerpo, como lo hacen hoy los españoles con la suya. Los jóvenes llevaban de preferencia una especie de esclavina sujeta al cuello, llamada clámide. En la cabeza llevaban unas veces un canso bonete de fieltro llamado pilos y otras un sombrero de ala grande, el petaso, que se echaba hacia atrás hasta tocar en la espalda.

Vestiementa femenina

El traje femenino no fue ni mas uniforme, ni mas inmutable que el de nuestros días. La moda ha tenido sus caprichos hasta en Atenas. Los griegos llevaban trajes complicados, cuerpos de vestido ajustados, con mangas huecas y faldas plegadas, los pliegues eran pequeños , abultados a veces y a veces adornados con volantes realzados con dibujos o con bordados. En tiempo de las guerras medicas, el chiton era la pieza principal del traje, tanto para los hombre como para las mujeres..
El chitón de las mujeres formaba, por lo largo y ancho que era, una verdadera falda flotante ceñida en la cintura. Esa falda era unas veces de lana y caía formando grandes pliegues, otras de tela de lino artisticamente aplanchada. Para salir, se envolvía la mujer en un himatión, más amplío y de tela más flexible y más rica que el de los hombres. Existían trajes de todos los colores y dibujos; pero los más comunes eran los de lana blanca con franjas de color. El verdadero lujo de las mujeres consistía en las joyas. Las formas del peinado eran muy variadas. Las mujeres hacían uso de peines, diademas y hasta de afeites y cabellos postizos.

Calzado

Hombres y mujeres se calzaban con sandalias, que es un calzado compuesto de una suela que se asegura con correas hasta la garganta del pie, gustándoles en extremo el cuero de color. Con aquellas casas y aquellos trajes, Atenas debía parecer una ciudad árabe.

Indumentaria militar

Los soldados griegos solían llevar una larguita túnica que terminaba en pliegues simétricos y sobre ella, una coraza para el tronco formada por tiras de cuero con piezas metálicas o bien por solo dos piezas (peto y espaldar) que cubrían el pecho y la espalda y se unían con tiras metálicas o correas sobre los hombros mientras que la parte delantera de las piernas se defendía con las cnémides o canilleras. Para resguardo de la cabeza sirvió el casco de variadas formas, alcanzando mayor perfección el beocio, compuesto de visera y apéndice nasal por delante, cubrenuca por detrás y yugulares o apéndices para defender el cuello por los lados.

Higiene personal

Los griegos no conocían el jabón. En el baño se debía utilizar bien un carbonato de sosa impuro, bien una solución de potasa, o bien arcilla especial. Les gustaba bañarse antes de cenar.
Los griegos no empezaron a afeitarse completamente la barba y el bigote hasta después de Alejandro. En la época clásica, cuando se habla de una navaja siempre se trata de un accesorio del aseo femenino, ya que, para hacer desaparecer por completo el vello superfluo, las mujeres se depilaban con el candil o por medio de pastas especiales, pero también utilizaban navajas.
Después de las guerras médicas, en Atenas los niños eran casi los únicos que seguían llevando el pelo muy largo: cuando se aproximaban a la edad de la efebía se lo cortaban y lo consagraban a los dioses. Las mujeres libres sólo se cortaban el pelo temporalmente en señal de duelo.






Roma y su gobierno

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Reyes de Roma

La monarquía romana (en latín, Regnum Romanum) fue la primera forma política de gobierno de la ciudad estado de Roma, desde el momento legendario de su fundación el 21 de abril del 753 a. C., hasta el final de la monarquía en el 509 a. C., cuando el último rey, Tarquinio el Soberbio, fue expulsado, instaurándose la República romana.

La lista de reyes romanos es la siguiente: 

-Rómulo (753-716 a. C.)

-Numa Pompilio (716-674 a. C.)

-Tulio Hostilio (674-642 a. C.)

-Anco Marcio (642-617 a. C.)

-Tarquinio Prisco (617-579 a. C.)

-Servio Tulio (579-535 a. C.)

-Tarquinio el Soberbio (535-509 a. C.)


¿Por qué el cambio a la república?

El cambio llegó con la expulsión del rey Tarquinio,en el año 509 a.C.

Tarquinio abolió y destruyó todos los santuarios y altares sabinos de la Roca Tarpeya, enfureciendo de esta forma al pueblo romano. El punto crucial de su tiránico reinado sucedió cuando permitió la violación de Lucrecia, una patricia romana, por parte de su propio hijo Sexto. Un pariente de Lucrecia y sobrino del rey, Lucio Junio Bruto (antepasado de Marco Junio Bruto), convocó al Senado, que decidió la expulsión de Tarquinio en el año 510 a. C. Tarquinio pudo haber recibido entonces la ayuda de Lars Porsena, quien no obstante ocupó Roma para su propio beneficio. Tarquinio huyó entonces a la ciudad de Túsculo y posteriormente a Cumas, donde moriría en el año 495 a. C.23 Esta expulsión supuso el fin de la influencia etrusca tanto en Roma como en el Lacio, y el establecimiento de una constitución republicana.



Tras la expulsión de Tarquinio, el Senado decidió abolir la monarquía, convirtiendo a Roma en una república en el año 509 a. C. Lucio Junio Bruto y Lucio Tarquinio Colatino, sobrino de Tarquinio y viudo de Lucrecia, se convirtieron en los primeros cónsules del nuevo gobierno de Roma, el que a la larga lograría la conquista de casi todo el mundo mediterráneo, y que perduró durante casi quinientos años hasta la ascensión de Julio César y César Augusto.

Tipos de Asambleas en la época Romana

1. Asamblea por curias

El Comicio por Curias era la más antigua asamblea romana después del Comisio Calata. Cada una de las 3 tribus antiguas tenía 10 curias, y estas a su vez 100 hombres. En total eran entonces 3000 personas que constituían las curias juntas. Este órgano, en un principio, elegía a los más altos magistrados, pero posteriormente sólo confirmaba e inauguraba las elecciones de la Asamblea por Centurias.
2. Asamblea por centurias
El Comicio por centurias incluía a patricios y plebeyos organizados dentro de 5 clases económicas (teoría hoy en día bastante desechada por cualquier historiador; pocos hablan de más de dos clases [ako])(los Caballeros y Senadores eran la Primera Clase) y distribuidos entre divisiones internas llamadas centurias. La membresía de la Asamblea requería cierto estatus económico, y poder el cual principalmente recaía en los miembros de la primera y segunda clases. La asamblea se reunía anualmente para elegir a los cónsules y pretores, y cada cinco años para elegir a los Censores. También se reunían para intentar casos de alta traición (perduellio), aunque esta última función cayó en desuso después de que Lucio Apuleyo Saturnino introdujera un formato más realizable (maiestas). (traición pequeña)
El voto de un ciudadano no contaba dentro de la Asamblea por Centurias. Más, el voto individual era contado dentro de su Centuria y determinaba el voto final de aquella Centuria. A causa de que sólo las primeras 18 Centurias (reservadas a la clase Patricia) mas las 80 con mas de 100.000 ases, poseían un número nominal de miembros (98), miembros de otras Centurias ejercían una influencia desproporcional sobre los votos finales de cada una de ellas. (el total de centurias era de 193).

3. Asamblea por tribus

El comicio por Tribus incluye a patricios y plebeyos distribuidos entre 35 tribus en las cuales todos los ciudadanos romanos son ubicados para propósitos administrativos y electorales. La mayoría de la población urbana de Roma estaba distribuida entre 4 tribus urbanas, lo cual significaba que sus votos individuales eran insignificantes. Como en la Asamblea por Centurias, el voto era indirecto, con 1 voto proporcionado por cada tribu. El voto era por lo tanto inclinado en favor de las 31 tribus rurales. La asamblea por tribus se reunía en el Foro Romano, elegía a los ediles (curules solamente), y los cuestores. Pero a los tribunos de la plebe no lo elegía la asamblea tribal, sino la asamblea de la plebe, a la que no tenían acceso los patricios. La asamblea por tribus condujo además, la mayoría de los juicios, hasta que el dictador Lucio Cornelio Sila estableciera las Cortes (quaestiones)

4. Asemblea de la plebe
Los tribunos de la plebe surgieron como contrapoder de los cónsules, en número de dos y para defender a los plebeyos. Su función esencial es proteger a la plebe individualmente o como clase, contra eventuales arbitrariedades de los magistrados patricios. Para el ejercicio de este auxilium se valían de la intercessio, del derecho de veto con el que pueden detener e impedir las órdenes, los decretos, las levas del Cónsul, las decisiones del Senado, las propuestas de ley, las elecciones, y las convocatorias a comicios para cualquier fin así como todo acto de los poderes públicos, hasta el extremo de poder detener toda la maquinaria de Estado. Esta actividad la ejerce por petición del ciudadano o por su propia iniciativa.

Las funciones de los cargos de la época

-Cónsul: El cónsul era el magistrado de más alto rango de la República de Roma. El cargo era anual y colegiado, eligiéndose a dos cónsules cada año entre ciudadanos mayores de cuarenta y dos años.1 Su cometido era la dirección del estado y, especialmente, del ejército en campaña. Sin embargo, tras el establecimiento del Imperio los cónsules fueron una figura meramente representativa de la herencia de la Roma republicana, ostentando muy poco poder y autoridad, ya que el emperador actuaba como líder supremo.

-Pretor: Un pretor (del latín prætor) era un magistrado romano cuya jerarquía se alineaba inmediatamente por debajo de la de cónsul. Su función principal era la de administrar justicia en la fase in iure, conceder interdictos, restitutiones in integrum y otras funciones judiciales. Este cargo, llamado pretura, fue creado en el año 366 a. C.

-Censor: El Censor era uno de los magistrados colegiados de la antigua República romana, tratándose de una magistratura colegiada formada por dos censores, que eran elegidos cada cinco años por los comitia centuriata presididos por uno de los cónsules. El cargo, denominado censura, era responsable de la realización del censo, la supervisión de la moralidad pública, y de ciertos aspectos de las finanzas públicas.
Su trabajo en el marco de la regulación de la moralidad pública es el origen del significado actual del término censura.


-Edil: Edil (en latín, Aedilis) era una magistratura de la antigua Roma. Existían dos cargos llamados edil:
Edil curul, cargo al que podían optar los patricios y los plebeyos, nacido a imagen de los ediles plebeyos. Se encargaba, entre otras tareas, de la organización de los juegos, de la vigilancia de pesos y medidas en los mercados, y de resolver los pleitos menores relacionados con el comercio, siempre bajo la supervisión del Pretor Urbano. Era un escalón del cursus honorum. Eran elegidos por todos los ciudadanos.
Edil plebeyo, cargo reservado a las personas de origen plebeyo, al que sólo podían acceder éstos. Era una concesión política a su clase, y que les permitía ascender en el cursus honorum a través de un puesto que suponía un menor coste económico (no tenían que pagar la organización de los juegos). Su misión original consistía en atender el mantenimiento de los templos específicamente plebeyos, a las órdenes de los Tribunos de la Plebe, pero después de las Leges Liciniae-Sextiae, asumieron funciones similares a las de los ediles curules. Al estar vinculado al tribunado de la plebe, no formaba parte del cursus honorum. Eran elegidos únicamente por los plebeyos.



Cuéstor: Los primeros cuestores fueron jueces encargados de los casos de asesinato y de insurrección o alta traición. Con el tiempo su denominación más común fue Decumviri Perduillionis et parricidii. Eran nombrados para cada caso y no constituían una magistratura permanente.
A fines del siglo III a. C., los decumviri o cuestores perdieron sus atribuciones judiciales, que pasaron a los triunviri nocturni.
Simultáneamente a estos cuestores judiciales existieron los cuestores administrativos, en los cuales delegaba el rey la administración de los fondos públicos. Con la República (420 a.C.), sus funciones pasaron a los cónsules que las delegaron en dos cuestores civiles (para el Tesoro público) y dos cuestores militares (para las arcas del Ejército). Es en ese momento en el que los plebeyos logran el acceso a la Cuestura, hasta entonces reservada a los patricios. Su número seguiría incrementándose hasta llegar a 40 en época de César.1 Más tarde su nombramiento pasó a los comicios tribunados.



Tribunos de la plebe: Tribuni Plebis, (que no hay que confundir con los tribunos militares ya existentes, con funciones en el ejército) fue establecido como un contrapoder plebeyo en el interior de la ciudad al poder patricio de los cónsules.
Fuera de la ciudad sólo tenía poder (imperium) el mando militar de los Cónsules, o del Dictador en su caso. El poder del Tribuno sólo tenía efecto dentro de los límites de Roma. Su capacidad de veto no afectaba a las provincias ni a los gobernadores de las mismas y su carácter sacrosanto desaparecía a partir de una milla de distancia de las murallas de Roma.


El senado de Roma

El senado bajo la monarquía (Siglos VIII-VI a.C.)
 
El Senado - en latín senatus - nació como una institución consultiva de la monarquía romana, formado exclusivamente por 30 patricios (un representante de cada gens) al principio, y luego 300. Adquirió mayores prerrogativas con la República, pasó a refrendar a través de su auctoritas los actos de los cónsules, extendiendo su competencia a los actos de otros magistrados y Comicios, temas religiosos, conflictos entre magistrados, policía, crímenes con pena capital cuando esta era conmutada, cuestiones militares y financieras y tratados internacionales.

El Senado bajo la República (Siglos VI-I a. C.)

A mediados de la época republicana el senado contaba con unos 300 miembros; estaba compuesto por todos los ciudadanos que habían ejercido magistraturas curules —cónsules, pretores y ediles, los conscripti—, así como de los paters, las cabezas de las familias patricias -descendientes de los primeros senadores romanos establecidos por Rómulo y sus sucesores, que formaban el grupo social privilegiado, opuesto a los plebeyos-. Adicionalmente, los censores podían incluir senadores que no habían ejercido magistraturas, aunque estos tenían restringido su derecho a tomar la palabra y se los denominaba senatores pedarii.

viernes, 18 de enero de 2013

Virgilio,Harpías y Cíclopes.

¿Quien es Virgilio?

Publio Virgilio Marón (Andes, actual Virgilio, cerca de Mantua, en la Región X, Venetia, hoy Lombardía italiana, 15 de octubre de 70 a. C. – Brundisium, actual Brindisi, 21 de septiembre de 19 a. C.), más conocido por su nomen, Virgilio, fue un poeta romano, autor de la Eneida, las Bucólicas y las Geórgicas. En la obra de Dante Alighieri, La Divina Comedia, fue su guía a través del Infierno y del Purgatorio.
Formado en las escuelas de Mantua, Cremona, Milán, Roma y Nápoles, se mantuvo siempre en contacto con los círculos culturales m
Fue el creador de una grandiosa obra en la que se muestra como un fiel reflejo del hombre de su época, con sus ilusiones y sus sufrimientos, a través de una forma de gran perfección estilística.

Virgilio y la Eneida

 Virgilio trabajó en esta obra desde el año 29 a. C. hasta el fin de sus días (19 a. C.)
A partir del año 29 a. C., inicia la composición de su obra más ambiciosa, la Eneida, cuya redacción lo ocupó once años, un poema en doce libros que relata las peripecias del troyano Eneas desde su fuga de Troya hasta su victoria militar en Italia. La intención evidente de la obra era la de dotar de una épica a su patria, y vincular su cultura con la tradición griega.
Según Virgilio, los romanos eran descendientes de Ascanio, y por lo tanto del propio Eneas. El estilo de la obra es más refinado que el de los cantos griegos en los que se inspiró.
Había ya escrito la Eneida, cuando realizó un viaje por Asia Menor y Grecia, con el fin de constatar la información que había volcado en su poema más famoso. En Atenas se encontró con Augusto y regresó con él a Italia, ya enfermo. A su llegada a Brindisi, pidió al emperador antes de morir que destruyera la Eneida(Quizá fuera porque desease desvincularse de la propaganda política de Augusto o fuera porque no considerase que la obra hubiera alcanzado la perfección buscada por él como poeta). Augusto se opuso rotundamente y no cumplió la petición, para gloria de la literatura latina.


 Monstruos de la Eneida: Harpías y Cíclopes(Polifemo)

1. Harpías

-Castellano
"Todavía anduvimos errantes por el caliginoso mar durante tres días sin sol y otras tantas noches sin estrellas; por fin, al cuarto día vimos por primera vez alzarse tierra en el horizonte, aparecer montes a lo lejos y algunas nubes de humo. Amainamos velas y echamos mano al remo sin perder momento; los marineros baten la espuma a fuerza de puños y barren las cerúleas ondas; la playa de la Estrófadas me reciben las primeras, libertado del mar. Los griegos denominan Estrófadas a unas islas del vasto Mar Jónico, donde habitan la cruel Celeno y las otras arpías, desde que, cerrado para ellas el palacio de Fineo, el miedo les hizo abandonar sus abundosas mesas. Jamás salieron de las aguas estigias, suscitados por la cólera de los dioses, monstruos más tristes ni peste más repugnante; tienen cuerpo de pájaro con cara de virgen, expelen un fetidísimo excremento, sus manos son agudas garras, y llevan siempre el rostro descolorido por el hambre...
Apenas desembarcamos en el puerto, vimos esparcidas por toda la campiña hermosas vacadas y rebaños de cabras sin pastor. Entrámosles a cuchillo, ofreciendo a los dioses y al mismo Júpiter parte de aquella presa; luego disponemos en la corva playa los lechos y empezamos a comer aquellos opimos manjares, cuando de pronto acuden desde los montes con horrible vuelo las arpías, y batiendo las alas con gran ruido, arrebatan nuestras viandas y las corrompen con su inmundo contacto, esparciendo en torno, entre sus fieros graznidos, insoportable hedor. Segunda vez ponemos las mesas a gran distancia de allí, en una honda gruta, cerrada por corpulentos árboles que la cubren de espesísima sombra, y reestablecemos el fuego en los altares; mas segunda vez también, desde diversos puntos del cielo, sale la resonante turba de sus lóbregos escondrijos, revolotea esgrimiendo sus garras alrededor de nuestros manjares, y los ensucia con sus bocas. Mando entonces a mis compañeros que empuñen las armas y cierren con aquella familia maldita; hácenlo como yo lo dispongo, ocultando las espadas y los broqueles entre la yerba, y apenas las arpías se dispersan en ruidoso tropel por las corvas playas, y Miseno, desde un alto risco, da la señal con una trompeta, las acometen los míos, y en tan nuevo linaje de lid, acuchillan a aquellas sucias aves del mar; pero su plumaje impenetrable las preserva de toda herida, y tendiendo su vuelo por el firmamento en rápida fuga, abandonan la ya roída presa entre asquerosos rastros de su presencia. Sólo Celeno quedó posada en una eminente roca, desde donde, fatal agorera, rompió a hablar en estos términos:

Hijos de Laomedonte, después de habernos movido guerra, destruyendo nuestros ganados, ¿todavía intentáis expulsar a las inocentes arpías del reino de sus padres? Oíd, pues lo que os voy a decir, y guardad bien en la memoria estas palabras: Yo, la mayor de las furias, voy a revelaros las cosas que el Padre omnipotente tiene vaticinadas a Febo, y Febo me ha vaticinado a mí. A Italia enderezáis el rumbo, y a Italia os llevarán los vientos invocados; lograréis arribar a sus puertos, pero no rodearéis con murallas la ciudad que os conceden los hados, sin que antes horrible hambre, castigo de la matanza que habéis intentado en nosotras, os haya obligado a morder y devorar vuestras propias mesas.

Dijo, y volando fue a refugiarse en la selva."


Virgilio, Eneida, canto III

-Latín 

Servatum ex undis Strophadum me litora primum
210accipiunt; Strophades Graio stant nomine dictae,
insulae Ionio in magno, quas dira Celaeno
Harpyiaeque colunt aliae, Phineia postquam
clausa domus, mensasque metu liquere priores.
Tristius haud illis monstrum, nec saevior ulla
215pestis et ira deum Stygiis sese extulit undis.
Virginei volucrum voltus, foedissima ventris
proluvies, uncaeque manus, et pallida semper
ora fame.
Huc ubi delati portus intravimus, ecce
220laeta boum passim campis armenta videmus,
caprigenumque pecus nullo custode per herbas.
Inruimus ferro, et divos ipsumque vocamus
in partem praedamque Iovem; tum litore curvo
exstruimusque toros, dapibusque epulamur opimis.
225At subitae horrifico lapsu de montibus adsunt
Harpyiae, et magnis quatiunt clangoribus alas,
diripiuntque dapes, contactuque omnia foedant
immundo; tum vox taetrum dira inter odorem.
Rursum in secessu longo sub rupe cavata,
230arboribus clausi circum atque horrentibus umbris,
instruimus mensas arisque reponimus ignem:
rursum ex diverso caeli caecisque latebris
turba sonans praedam pedibus circumvolat uncis,
polluit ore dapes. Sociis tunc, arma capessant,
235edico, et dira bellum cum gente gerendum.
Haud secus ac iussi faciunt, tectosque per herbam
disponunt enses et scuta latentia condunt.
Ergo ubi delapsae sonitum per curva dedere
litora, dat signum specula Misenus ab alta
240aere cavo. Invadunt socii, et nova proelia temptant,
obscenas pelagi ferro foedare volucres:
sed neque vim plumis ullam nec volnera tergo
accipiunt, celerique fuga sub sidera lapsae
semesam praedam et vestigia foeda relinquunt.

Cíclope (Polifemo)

-Castellano 

Luego que Polifemo, atestado de co-
spem voltu simulat, premit altum corde dolorem.
210 Illi se praedae accingunt, dapibusque futuris;
tergora deripiunt costis et viscera nudant;
pars in frusta secant veribusque trementia figunt;
litore aena locant alii, flammasque ministrant.
Tum victu revocant vires, fusique per herbam
215 implentur veteris Bacchi pinguisque ferinae.
Postquam exempta fames epulis mensaeque remotae,
amissos longo socios sermone requirunt,
spemque metumque inter dubii, seu vivere credant,
sive extrema pati nec iam exaudire vocatos.
220 Praecipue pius Aeneas nunc acris Oronti,
nunc Amyci casum gemit et crudelia secum
fata Lyci, fortemque Gyan, fortemque Cloanthum.

Et iam finis erat, cum Iuppiter aethere summo
despiciens mare velivolum terrasque iacentis
225litoraque et latos populos, sic vertice caeli
constitit, et Libyae defixit lumina regnis.
Atque illum talis iactantem pectore curas
tristior et lacrimis oculos suffusa nitentis
adloquitur Venus: “O qui res hominumque deumque
230aeternis regis imperiis, et fulmine terres,
quid meus Aeneas in te committere tantum,
quid Troes potuere, quibus, tot funera passis,
cunctus ob Italiam terrarum clauditur orbis?
Certe hinc Romanos olim, volventibus annis,
235hinc fore ductores, revocato a sanguine Teucri,
qui mare, qui terras omni dicione tenerent,
pollicitus, quae te, genitor, sententia vertit?
Hoc equidem occasum Troiae tristisque ruinas
solabar, fatis contraria fata rependens;
240nunc eadem fortuna viros tot casibus actos
insequitur. Quem das finem, rex magne, laborum?
Antenor potuit, mediis elapsus Achivis,
Illyricos penetrare sinus, atque intima tutus
regna Liburnorum, et fontem superare Timavi,
mida y aletargado por el vino, reclinó la doblada cerviz y se
tendió cuan inmenso era en su caverna, arrojando por la
boca, entre sueños, inmundos despojos, mezclados con vino
y sangre, nosotros, después de invocar a los grandes núme-
nes, y designados por la suerte los que habían de acometer la
empresa, nos arrojamos todos a la vez sobre él, y con una
estaca aguzada le taladramos el enorme ojo, único que ocul-
taba bajo el entrecejo de su torva frente, semejante a una
rodela argólica o al luminar de Febo; y alegres en fin, ven-
gamos las sombras de nuestros compañeros. Pero huíd, in-
felices, huíd, y cortad el cable que os amarra a la costa...
porque no es ese Polifemo, tal cual os le ha pintado, el único
que recoge sus ovejas en la inmensa caverna y les exprime las
ubres; otros cien infandos Cíclopes, tan gigantescos y fieros
como él, habitan estas corvas playas y vagan por estos altos
montes. Ya por tercera vez se han llenado de luz los cuernos
de la luna desde que arrastro mi existencia por las selvas,
entre las desiertas guaridas de las fieras, observando desde
una roca cuándo asoman los gigantes Cíclopes, y temblando
al ruido de sus pisadas y de su voz. Los arbustos me dan un
miserable alimento de bayas y desabridas cerezas silvestres;
las yerbas me sustentan con sus raíces, que arranco con mi
mano. Atalayando estos contornos, descubrí vuestras naves,
que se dirigían a estas playas, y a ellas, fuesen de quien fue-
sen, resolví entregarme. Mi único afán es huir de esta mons-
truosa gente; ahora vosotros imponedme el género de
muerte que os plazca."
No bien había pronunciado estas palabras, cuando en la
cumbre de un monte vemos moverse entre su rebaño la
enorme mole del mismo pastor Polifemo, que se encaminaba
a las conocidas playas; monstruo horrendo, informe, colosal,
privado de la vista. Lleva en la mano un pino despojado de
sus ramas, en que apoya sus pasos, y le rodean sus lanudas
ovejas, su único deleite, consuelo también en su desgracia...
Luego que tocó las profundas olas y hubo penetrado en el
mar, lavó con sus aguas la sangre que chorreaba de su ojo
reventado, rechinándole los dientes de dolor; y avanzando
enseguida a la alta mar, aun no mojaban las olas su enhiesta
cintura. Temblando precipitamos la fuga, después de haber
acogido en nuestro bordo al griego suplicante, que bien lo
merecía; cortamos los cables en silencio, e inclinados sobre
los remos, a porfía barremos la mar. Oyonos él, y torció su
marcha hacia donde sonaba el ruido que hacíamos; mas co-
mo no le fuese dado alcanzarnos con su mano, ni pudiese
correr tan aprisa como las olas jónicas, levantó un inmenso
clamor, conque se estremecieron el ponto y todas las olas,
retembló en sus cimientos toda la tierra de Italia, y rugió el
Etna en sus huecas cavernas. Concitados por aquel ruido,
acuden los Cíclopes de las selvas y de los altos montes, y
precipitándose en tropel hacia el puerto, llenan las playas; en
ellas veíamos de pie y mirándonos en vano con feroces ojos,
a aquellos hermanos, hijos del Etna, cuyas altas frentes se
levantaban al firmamento. ¡Horrible compañía! tales se alzan
con sus excelsas copas las aéreas encina o los coníferos ci-
preses, en las altas selvas de Júpiter o en los bosques de Dia-
na. Aguijados por el miedo, maniobramos, atentos sólo a
precipitar la fuga, tendiendo las velas al viento favorable;
mas recordando los preceptos contrarios de Eleno, que nos
recomendaba evitar el rumbo entre Scila y Caribdis, como
muy peligroso, determinamos volver atrás, cuando he aquí
que empieza a soplar el Bóreas por el angosto promontorio
de Peloro, y nos impele más allá de las bocas del río Pantago,
formadas por peñas vivas del golfo de Megara y de la baja
isla de Tapso. Todas aquellas playas que de nuevo recorría,
nos iba enseñando Aqueménides, compañero del infeliz Uli-
ses.

-Latín
 
paupere—mansissetque utinam fortuna!—profectus.
Hic me, dum trepidi crudelia limina linquunt,
inmemores socii vasto Cyclopis in antro
deseruere. Domus sanie dapibusque cruentis,
intus opaca, ingens; ipse arduus, altaque pulsat
620sidera—Di, talem terris avertite pestem!—
nec visu facilis nec dictu adfabilis ulli.
Visceribus miserorum et sanguine vescitur atro.
Vidi egomet, duo de numero cum corpora nostro
prensa manu magna, medio resupinus in antro,
625frangeret ad saxum, sanieque aspersa natarent
limina; vidi atro cum membra fluentia tabo
manderet, et tepidi tremerent sub dentibus artus.
Haud impune quidem; nec talia passus Ulixes,
oblitusve sui est Ithacus discrimine tanto.
630Nam simul expletus dapibus vinoque sepultus
cervicem inflexam posuit, iacuitque per antrum
immensus, saniem eructans et frusta cruento
per somnum commixta mero, nos magna precati
numina sortitique vices, una undique circum
635fundimur, et telo lumen terebramus acuto,—
ingens, quod torva solum sub fronte latebat,
Argolici clipei aut Phoebeae lampadis instar,—
et tandem laeti sociorum ulciscimur umbras.
Sed fugite, O miseri, fugite, atque ab litore funem
640rumpite.
Nam qualis quantusque cavo Polyphemus in antro
lanigeras claudit pecudes atque ubera pressat,
centum alii curva haec habitant ad litora volgo
infandi Cyclopes, et altis montibus errant.
645Tertia iam lunae se cornua lumine complent,
cum vitam in silvis inter deserta ferarum
lustra domosque traho, vastosque ab rupe Cyclopas
prospicio, sonitumque pedum vocemque tremesco.
Victum infelicem, bacas lapidosaque corna,
650dant rami et volsis pascunt radicibus herbae.
Omnia conlustrans, hanc primum ad litora classem
conspexi venientem. Huic me, quaecumque fuisset,
addixi: satis est gentem effugisse nefandam.
Vos animam hanc potius quocumque absumite leto.
Vix ea fatus erat, summo cum monte videmus
ipsum inter pecudes vasta se mole moventem
pastorem Polyphemum et litora nota petentem,
monstrum horrendum, informe, ingens, cui lumen ademptum.
Trunca manu pinus regit et vestigia firmat;
660lanigerae comitantur oves—ea sola voluptas
solamenque mali.
Postquam altos tetigit fluctus et ad aequora venit,
luminis effossi fluidum lavit inde cruorem,
dentibus infrendens gemitu, graditurque per aequor
665iam medium, necdum fluctus latera ardua tinxit.
Nos procul inde fugam trepidi celerare, recepto
supplice sic merito, tacitique incidere funem;
vertimus et proni certantibus aequora remis.
Sensit, et ad sonitum vocis vestigia torsit;
670verum ubi nulla datur dextra adfectare potestas,
nec potis Ionios fluctus aequare sequendo,
clamorem immensum tollit, quo pontus et omnes
contremuere undae, penitusque exterrita tellus
Italiae, curvisque immugiit Aetna cavernis.
At genus e silvis Cyclopum et montibus altis
excitum ruit ad portus et litora complent.
Cernimus adstantis nequiquam lumine torvo
Aetnaeos fratres, caelo capita alta ferentis,
concilium horrendum: quales cum vertice celso
680aeriae quercus, aut coniferae cyparissi
constiterunt, silva alta Iovis, lucusve Dianae.

Imágenes de la mitología




viernes, 11 de enero de 2013

Laoconte

Este personaje es un sacerdote de Troya. Cuando reciben como ofrenda el caballo de madera de los griegos,todo el mundo está feliz excepto él,que es el único descofiado. Arroja un palo en llamas al caballo para demostrar su desacuerdo,y es arrestado. Es entonces cuando cuenta su vida y todo lo que piensa al rey,allí presente. Éste,después de escucharlo,confía en él y decide darle la libertad,pero es entonces cuando emergen dos serpientes marinas de las aguas y lo atacan. Primero devoran a sus dos hijos,y él,angustiado,decide atacarlas,pero tambien resulta atacado y devorado por las serpientes.

Texto en Latín de La Eneida donde aparece Laoconte:


Primus ibi ante omnis, magna comitante caterva,
Laocoön ardens summa decurrit ab arce,
et procul: “O miseri, quae tanta insania, cives?
Creditis avectos hostis? Aut ulla putatis
dona carere dolis Danaum? Sic notus Ulixes?
aut hoc inclusi ligno occultantur Achivi,
aut haec in nostros fabricata est machina muros
inspectura domos venturaque desuper urbi,
aut aliquis latet error; equo ne credite, Teucri.
Quicquid id est, timeo Danaos et dona ferentis.”
Sic fatus, validis ingentem viribus hastam
in latus inque feri curvam compagibus alvum
contorsit : stetit illa tremens, uteroque recusso
insonuere cavae gemitumque dedere cavernae.
Et , si fata deum, si mens non laeva fuisset,
impulerat ferro Argolicas foedare latebras,
Troiaque , nunc stares, Priamique arx alta, maneres.

Ecce, manus iuvenem interea post terga revinctum

Talibus insidiis periurique arte Sinonis
credita res, captique dolis lacrimisque coactis,
quos neque Tydides, nec Larisaeus Achilles,
non anni domuere decem, non mille carinae.
Hic aliud maius miseris multoque tremendum
obicitur magis, atque improvida pectora turbat.
Laocoön , ductus Neptuno sorte sacerdos,
sollemnis taurum ingentem mactabat ad aras.
Ecce autem gemini a Tenedo tranquilla per alta—
horresco referens—immensis orbibus angues
incumbunt pelago, pariterque ad litora tendunt;
pectora quorum inter fluctus arrecta iubaeque
sanguineae superant undas; pars cetera pontum
pone legit, sinuatque immensa volumine terga.
Fit sonitus spumante salo; iamque arva tenebant,
ardentisque oculos suffecti sanguine et igni,
sibila lambebant linguis vibrantibus ora.
Diffugimus visu exsangues: illi agmine certo
Laocoönta petunt; et primum parva duorum
corpora natorum serpens amplexus uterque
implicat, et miseros morsu depascitur artus;
post ipsum auxilio subeuntem ac tela ferentem
corripiunt , spirisque ligant ingentibus; et iam
bis medium amplexi, bis collo squamea circum
terga dati, superant capite et cervicibus altis.
Ille simul manibus tendit divellere nodos,
perfusus sanie vittas atroque veneno,
clamores simul horrendos ad sidera tollit:
quales mugitus, fugit cum saucius aram
taurus , et incertam excussit cervice securim.
At gemini lapsu delubra ad summa dracones
effugiunt saevaeque petunt Tritonidis arcem,
sub pedibusque deae clipeique sub orbe teguntur.
Tum vero tremefacta novus per pectora cunctis
insinuat pavor, et scelus expendisse merentem
Laocoönta ferunt, sacrum qui cuspide robur
laeserit , et tergo sceleratam intorserit hastam.
Ducendum ad sedes simulacrum orandaque divae
numina conclamant.


Escultura de Laoconte y sus hijos:
 

























El conjunto escultórico del Laocoonte pertenece a la escuela de Rodas. Sus autores fueron Agesandro, Polidoro y Atenodoro. La obra original era una fundición de bronce. La actual es solo una reconstrucción y esta tallada en mármol. Mide 2,42 m. y actualmente se halla expuesta en los Museos Vaticanos.
La escultura representa el instante en que el sacerdote (Laoconte) y sus dos hijos son atacados por serpientes. Según los críticos de arte el conjunto escultórico representa la impotencia y el dolor sobrehumanos.
Tiene una estructura oblicua, de bulto redondo; desaparece la serenidad y el equilibrio clásicos. El periodo helenístico resalta por sus cuatro escuelas: la de Atenas, la de Alejandría, la de Rodas y la de Pérgamo. Las principales fuentes del helenismo fueron las ciudades y esta escuela surgió tras la muerte de Alejandro Magno.
Cuando la escultura se descubrió en 1506 le faltaba el brazo derecho, por lo que se hizo un nuevo brazo en posición extendida. Sin embargo, cuando en 1957 se descubrió el brazo original, estaba doblado, precisamente en la posición que Miguel Ángel había propuesto para la reconstrucción. La estatua fue adquirida para El Vaticano por el Papa Julio II.